He sopesado la idea de escribir un newsletter, pero siempre que llego a esa conclusión —un poco tarada—, recuerdo que ya tengo un blog y que estoy pagando un servidor y dominio, y tengo unas mil instalaciones de WordPress para probar cosas, escribir cosas, comunicar cosas.
Lo bonito del newsletter es que es muy romántico (una carta que te envía tu servidor y amigo donde te cuenta cosas, qué padre), y también muy gringo: como que a ese mundo de hormigas les encanta recibir cosas por correo electrónico, y también aman responderlos. Muchos de sus fárragos de productividad, involucran complejísimos sistemas para catalogar el correo electrónico (en etiquetas y carpetas, como los archiveros del abuelo) y nunca te pierdas de una reunión, una promoción, una cita, la receta de la abuela o cómo construir un portal al inframundo.
La productividad arregla la vida.
Tampoco me gustaría abrir y luego mantener un servicio adicional para publicar un newsletter porque desde que Twitter se llama Equis, soy muy consciente de la mortalidad de nuestras identidades, especialmente las virtuales.
(Toda identidad es frágil, solo se necesita la frecuencia correcta para romperla y distorsionarla. Lo anoté por ahí, quizás lo ponga en algún cuento porno. Beat setentero).
Lo primero que hizo Elon Musk (sí, me lo tomo personal, hdp) fue matar uno de mis proyectos preferidos, el bot laberíntico y literario de @diosestalla, el cual a veces usaba en clases para dar una demostración de literatura generada. Ahora cargo con un código que no sé cómo implementar, o en dónde, para revivir el laberinto que me servía como un momento de inspiración.
Y no es que sea difícil sino que me falta tiempo para guglear, o para preguntarle al chatgpt como adaptar el código para que sea un plugin de WordPress.
Pero me gustaría escribir un newsletter.
En la universidad donde trabajo me dieron una materia menos, y como soy una hormiga nerviosa que le tiemblan las manos si no tiene nada qué hacer, algún espíritu maligno leyó mi debilidad y se apareció un hada demoníaca en uno de mis hombros, quizás vestida de dominatrix dragster, y me dice: “todo el tiempo estás trabajando”, y yo le respondo: “tuve cáncer, tengo deudas”, y ella me dice: “te vas a morir pagando las deudas” y yo resoplo y le respondo: “probablemente sí”, y ella me dice: “tienes muchas cosas inútiles” y yo le digo: “si supieras de mortalidad, quizás entenderías por qué de repente sucedió todo esto” y ella asiente, y se ríe feliz y dicharachera, anticipando mi cierre, y yo le digo: “es que no puedo dejar de trabajar, nunca voy a dejar de trabajar, de todos modos esto nunca va a acabar”.
Pero algún día voy a dejar de trabajar.
Cuando me muera.
Como el 90% de los mexicanos.
Sin embargo, si algo imagino en mi futuro, sin importar los trabajos que tenga, es que voy a seguir escribiendo churros hasta mis noventa, o mis ciento cincuenta años (mi mamá, la loca, jura que llegaremos a esa edad este siglo). Quizás un newsletter, quizás cuentos porno con el seudónimo de Verona Fest.
Tengo prohibido decir más sobre esto último.
Y como un newsletter se trata de compartir conocimiento, vivencias o hallazgos que nos hacen felices (es una trampa, huyan), me gustaría compartirles esto el día de hoy:
Como doy clase a una carrera que le da una importancia muy pesada y chingona a los videojuegos, he tratado de entender sus procesos, y sus maneras de hacer las cosas, además de pensar cómo puedo aplicar o transformar estas estructuras y procesos para enriquecer mi escritura, o incluso mis propios modos de pensamiento.
La primera conversación es de Jeff Vogel, dueño de Spiderweb Software, y cómo ha logrado mantenerse a flote desde 1994 en la industria de los videojuegos, sin necesidad de vender grandes éxitos:
Quizás una de las falacias más pesadas de cualquier industria creativa, es que si no consigues un éxito, te vas a morir de hambre, especialmente si hablamos de escritura.
Aunque no he tenido todavía la consistencia de Vogel, lo que sí es cierto, es que he logrado mantener un vaivén en la ganancia de las regalías y puedo ver como un catálogo de juegos pasados (o libros, en mi caso), con un poco de mantenimiento, puede lograr grandes cosas (pero, en mi caso, todavía con números menores).
Me gusta esta conversación porque es sensata, y a veces honesta: la única manera de seguir en el mundo es haciendo lo que sabes hacer, o sea, tener una persistencia de necios y obstinados. Siempre y cuando hagas eso, quizás también tengas suerte.
Emperrado, mordiendo el pantaloncito del cartero, así mismo.
La otra conversación que me pareció buenérrima, fue la de Grey Alien Games, de Jake Birkett, donde habla de su proceso individual para consolidarse como un programador indie de videojuegos:
Es un camino paralelo y similar al de Jeff Vogel, pero este se enfoca más bien a los procesos y la búsqueda de oportunidades. Ambas conversaciones, como diría algún señor de Twitter, perdón, de equis, no tienen desperdicio.
No son conversaciones inspiradoras, no necesariamente, porque carecen de enfoques optimistas e irreales (los cuales son muy bienvenidos en esa clase de pláticas), pero también van de la mano con esa vaga idea que tengo de Terry Pratchett, quien trataba de escribir y publicarse una novela al año.
A mis cuarenta años, ya que estoy dispuesto a experimentar con los medios y los métodos (otra vez, maldición, creo que siempre he sido muy experimental en mis cosas), me interesa mucho investigar esta clase de procesos y ver a dónde los lleva la gente, y cómo puedo apropiarme de algunos de ellos.
Después de todo, en mi caso es inevitable: creo en la escritura como una vida que no puede abandonarse y aún cuando la uso en videojuegos o pequeños guiones para compartir algo, o la transformo a través de medios, todo se reduce a este espacio básico de la pantalla en blanco y el cursor que parpadea, o cuando de arcaico, y muy dinosaurio, papel y lápiz.
Claro, si quisiera vivir de escritura, debería soplarle besos a mi presidente. O debería darle de palazos. Imagínate el poder que le da a un creador de contenido (sic) ser mencionado en La mañanera. Pero la política me da mucha flojera, veo cómo ha transformado a algunos de mis amigos y conocidos en zombies, y como diría Skeletor, en uno de esos consejos que viene a dar corriendo y corriendo se va—: “Ningún político debería dormir mejor que tú, ningún político se preocupa por tu bienestar, ningún político sabe que lo estás defendiendo”.
A no ser que estés cobrando un jugoso cheque, entonces sí, te tiene muy bien checadito.
ANTES DE IRTE:
Mi último libro publicado trata sobre el cáncer, y la ficción que escribí durante el cáncer. Se llama La feria del cerdo, versión negra.
Puede adquirirse en:
Google: https://play.google.com/store/books/details?id=DprKEAAAQBAJ
Audiolibro de google: https://play.google.com/store/audiobooks/details?id=AQAAAEBiAjBCQM
Apple: https://books.apple.com/mx/book/la-feria-del-cerdo/id6451119893
Amazon: https://a.co/d/6Y6TTgf
También tengo un nuevo podcast donde cada dos o tres semanas, cuento cosas sobre lo que estoy haciendo en mi mundo de Minecraft.
Aquí ingresas al capítulo más reciente: https://youtu.be/YD–jfM3ltE
Y probablemente tengo otras cosas qué presumir, pero nos vemos en la siguiente.