Quién iba a pensar. Es triste la enfermedad porque no parece tan gacha, pero luego sí lo es. Te agarra de sorpresita. Me cuidé y me sigo cuidando: poca gente, cero reuniones, sana distancia, cubrebocas, ejercicio y alimentación. Creo no tenerla o haberla tenido pero es tan rara, que igual pude haberla cachado y no me enteré. Es un matón sigiloso.
Yo me despido de dos personas con las que crucé caminos. Ignoro si hubo más muertos. Por salud, presto atención al flujo menos de lo habitual. Creo que todos deberíamos hacer lo mismo: menos flujo.
Espero que en el 2021, aquellos que disfrutaron de las desgracias cual si fuera porno se arrastren en el fango (véase Marimar). Mis buenos deseos. Algunos pensarán que merecen más castigo.
2 años sin cáncer. Vamos bien, como trenecito chu-chú.
Escribo diarios para no dejar de escribir. Pero no pude leer más libros desde que López-Gatell empezó a salir en la tele. Espero leer unos pocos el siguiente año. Jugué muchos videojuegos, eso sí.
Creo que ya se vendieron todos mis libros de Panteón. Maldición. Tengo qué publicar en algún lado para parecer escritor serio (nah). Todo lo que me gusta se puede adquirir en Amazon. Cómprense un Kindle.
Después de dos años, puedo decir que mi cabeza está más o menos en su lugar después de todo mi desmadre. (Entonces empieza una pandemia, pero, si les soy sincero, no se compara al estrés del cáncer y de la quimioterapia).
Estoy aprendiendo a leer el tarot porque creo que es un lindo método para contar historias y acercarse a otros. No crean que recibo mensajes del universo, o de mi señor Baal, o del Búho Cósmico. Al rato les digo la carta del día. La última carta del 2020, uy uy uy.
Di clases de guionismo este año. Es asombroso lo mucho que te curan los chavitos cuando permites que ellos te choreen y te cuenten cosas. Hazles creer que no sabes nada y sí, te muestran caminos extraños.
En tiempos pandémicos, no creo que todo haya sido tan terrible como quieren hacérnoslo ver. Mucha gente está despidiendo este año como “un año horrible”, “el año terrible”. También piensen con cuánta gente hablaron y cuánta gente se relacionaron, cuántas clases tomaron y a cuántos les echaron una mano. Piensen en todas sus clases de zoom, todas las charlas que presenciaron. Piensen en todos los cambios que hicieron a sus rutinas o sus casas para tener un entorno bonito, estable. Sí, quizás se dieron cuenta de sus privilegios (ugh), pero caer en cuenta de los privilegios no es lo mismo que usarlos y extender una mano para ayudar a los otros (a todo mundo le cae el veinte, pero, ¿y la repartición?) ¿Consumieron local? ¿dejaron sus pesos en una app? ¿le dieron un extra a su repartidor de confianza? ¿De verdad, todo este año es tan horrible que deberíamos dejarlo atrás? No lo sé. Yo encontré situaciones maravillosas. También las conservo, somos lo bueno y lo horrible.
Feliz 2021.