El umbral catódico

Pienso en toda la información que tengo en mi cerebro acerca de mi trabajo y lamento, cuando algún día termine (nada es infinito), lo mucho que tardará en borrarse de mi cabeza. Tengo un registro de jugadores obsesivos, mañas, cuánto gastan, con quienes tienen alianzas “secretas” y con quienes “hacen chanchullo”. Otras cosas solamente son especulaciones, redes de relaciones que hago en mi cabeza: a dónde va el dinero, quién está cobrando porque los otros ganen, cuánto de su mensualidad tienen planeado gastar para ayudar a sus alianzas. Es un juego muy complicado. Aunque la información, en primera instancia, podría parecer fascinante también es inútil. Los ludópatas son fascinantes cuando son descubiertos, después son una carga, información inútil, humanidad que se ha perdido en el vicio del juego. En Death Stranding hablan del Homo Ludens, después me enteré que esto es un libro, una teoría más o menos sería. Estamos hechos para jugar. Si somos la imagen y semejanza de dios simulación, entonces debería dejar de lamentarme y aceptar, quizás, que somos puro juego.

En la mañana prendí la bomba de agua. La pausa para que empezara a sonar me pareció, aunque breve, un milisegundo más larga que lo habitual. Inmediatamente pensé que había muerto, que había atravesado el umbral (pienso en esto muy a menudo, desde el cáncer creo que todos son umbrales de consciencia, aprendizaje y aceptación. Uno camina para recibir el mundo y sus consecuencias). Quizás ya soy un fantasma que atraviesa las paredes, pura consciencia que se engaña con que todavía tiene un cuerpo, rutinas y obligaciones. También pensé, por qué no, que había atravesado este mundo para entrar a otro. La realidad es que hubo un choque eléctrico y mis órganos se licuaron por dentro, pero mi consciencia se transportó a otra versión del mundo para darme una oportunidad (¿de qué?). Mi esposa aún me habla, el perro aún me sigue a todas partes, engañarse uno mismo es un deporte para darle variedad a la vida. La verdad son umbrales de razón y de locura.

Un alumno me pidió matrimonio en su tarea. (Exagero). En realidad, la tarea tenía una página extra con el siguiente mensaje: “NOS VAMOS A CASAR”. Me dio risa, dejé una pequeña nota: “¿Nos vamos a qué?” y, al momento de devolverla, rechacé sutilmente la propuesta de matrimonio. Al día siguiente, el alumno me envió un mensaje: “JAJAJA, profesor, lo siento mucho, es que hacía la tarea con mi novia”. Esas mayúsculas en el jajaja es algo que solamente me permito con mis amigos (notas de etiqueta virtual). Sopesé la idea de sacar el rango, la casta y el cobre. He preferido guardar un pequeño silencio. Muy probablemente, el novio pidió a la novia que le hiciera la tarea (algo que sospechaba desde el mero inicio, estos tiempos pandémicos se prestan para todo tipo de trampas y juegos inusuales). Pobre muchacha. El muchacho es medio huevón y tramposo, no le conviene mucho, pero qué decir. Uno le agarra cariño a sus monstruos. Espero, de cualquier modo, que la muchacha disfrute las lecturas y el material que le estoy dejando a su muchacho.

He sobrepuesto un efecto de monitor CRT a mis videos y transmisiones usando OBS. Suelo grabar todo lo que juego, aunque no lo transmita. Grabo el material para tenerlo de referencia, desde niño me gustaba preparar cintas con mis intentos en los videojuegos (creo que mi VHS más valioso, antes de que se perdiera en la vorágine de las mudanzas, fue mi récord personal en Ninja Gaiden III. Ahora solo es uno de esos objetos míticos de mi memoria). En GTA: San Andreas el efecto se ve interesante, hasta parece que era necesario. Quizás los monitores de cátodos nos ayudaban a darle textura a los polígonos perfectos y los colores lisos. Unas horas más tarde, grabé una sesión de Overwatch y al día siguiente, cuando me puse a analizar el resultado, mi efecto retro e improvisado no me convenció del todo (quizás hay mejores maneras de implementarlo, pero me fui por la más sencilla de todas: transparencias y capas). Los juegos de hoy están hechos para sumergirse en una perfección y detalle imposibles. La distorsión de los colores además del dinamismo del juego impiden que el detalle se vea claramente y el efecto solo amplifica la distorsión. Grabaré unas cuantas sesiones más así. Probablemente acabaré por enamorarme de los colores y las líneas, de los cátodos falsos, así como uno adopta recuerdos para continuar con el placer de vivir.