Escama

El algoritmo me enseñó el otro día como te quitaste una escama. Creo que no debió, porque unos minutos después eliminaste el video y yo empecé a pensar en ello como una pesadilla, una alucinación de alguna inteligencia artificial que tomó prestados todos nuestros datos biométricos.

Pero eras tú.

Mirabas a la cámara, te pasaste las uñas por el rostro y arrancaste una escama verde de tu cachete. Creo que así fue. Parecía un poco circunstancial el video, como si hubieras cometido un error.

Quizás tu intención era usar la cámara como un espejo y te confiaste, creíste que nadie te iba a cachar, pero muy segura de ti misma te grabaste y subiste un video en tu feed de instagram.

Conozco esos errores, son muy molestos. El otro día, pasa que le digo a mi madre que deje de sobarse los huesos. Es que cuando se soba los huesos se escucha tremendamente molesto, como si alguien rascara el pizarrón con las uñas. Se lo mando por mensaje de voz, pero minutos después me doy cuenta que se lo he mandado por error a mi jefe.

Entonces él viene corriendo a mi oficina. Aunque parece un poco exasperado y molesto, en realidad está excitado porque está a punto de hacer algo que jamás había hecho.

Y luego de darme los buenos días, él se anima a preguntar—: ¿qué quiere decir con eso de que su madre se soba los huesos?

Explico la tremenda corona de huesos en la cabeza, porque nunca dejaron de crecerle las protuberancias óseas, y que ella anda por el pueblo exhibiendo una cabeza muy grande y algunos de sus vecinos la adoran como una visión mística y ancestral.

Enseño algunas fotos que le he tomado a lo largo de los años.

La corona en 1960, en 1972, en 1991, en 2002, en 2028 (ella en su tumba de cristal, con una sonrisa plácida y generosa).

—Eso explica sus cuernos bonitos, Martín —dice mi jefe y sonrío como un niño al que vieron por primera vez.

Mi jefe acaricia mis pequeñas protuberancias, que no son tan grandes como los de mi jefa, la chingona, y lo hace como si acariciara una cáscara de plátano antes de abrirla, como si pudiera pelarme la cabeza para descubrir algunos secretos, y yo siento una felicidad impura pero genuina.

Me dan muchas ganas de reír porque estamos así muchos minutos, tal vez una hora completita.

Espera, no, no me vas a engañar. Tus ojos tienen estos poderes de distracción, de ocultamiento de la verdad. No sé si mi historia es genuina o verdadera. No entiendo nada. Te vi muy bien. Te sacaste una escama del rostro. Vi que lo hiciste. Trato de regresar para ver tu video pero dice que está eliminado, y luego entro a tu perfil para analizar tus caras, para entender por qué tus ojos se ven así: tienen la forma de una cruz y estos colores rojos que no le había visto a nadie.

Escribo en mi diario para no olvidar, para no creer que todo esto fue mi imaginación.

Sé que hay algo debajo de tu piel.

Esto es lamentable: uno que es sincero, y lleva su primera corona de huesos a la vista de todos.