
Gamenobook. No game no life. Contar la historia debe ser el juego, pero la interpretación de lo lúdico siempre es distinta, siempre varía.
Versión 1: la ludificación de contar una historia es vestirse como payaso, no tenerle miedo al ridículo y expresar, en un papel de gritones y escándalos, la historia. En un ánimo primitivo y diferenciándola del teatro, se presenta como un performance, algo que «pasa de pronto» y «no estuvo para nada planeado». El intérprete es un alma valiente pero, quizás en palabras de Artaud, muy estúpida.

Versión 2: dije que las palabras de Artaud porque ese señor me cae muy mal, y para mí Artaud representa todo lo ridículo y todo lo malo. Un artista servil que solo podía construir pesadillas. Es más, cuando muera, y si voy a una especie de purgatorio, quisiera conocerlo para destruirlo como a jefe de Dark Souls.
Versión 3: creo que contar una historia como juego, escribir un libro que apunte hacia allá, necesita de misterios. El libro como rompecabezas. Sí, obvio, quizás estoy hablando de Agatha Christie, de Sherlock Holmes, de Edgar Allan Poe.

Versión 4: hay una cajita que adentro tiene la respuesta que estabas buscando y la imaginación (un espíritu silencioso) atraviesa ese laberinto. El lector es capaz de invocar, invocar, invocar. Lector musita en voz alta y reconstruye el mundo a su alrededor. No hay interacción, no hay elementos visibles, todo se desarrolla en el reino de lo abstracto.
Versión 5: regresando a la primera versión, cuando tu vecina cuenta un chisme, y nosotros escuchamos quién se acostó con quién y quién le robó a quién, somos este personaje que camina a un lado de un narrador. Jugamos los niveles, encontramos los secretos, las habilidades y los objetos que nos darán el valor más importante: la verdad única. Diría un insensato, un joven estúpido, diría Artaud de otro universo: joder, eso sí es literatura.

Versión 6: cómo construir un juego, o un laberinto, de estos niveles abiertos, inconclusos, que nos revelen los umbrales. Me gustaría ser ingenuo: creo que la ludificación de la literatura es cuando nos ayuda a construir paraísos personales, el espacio donde podemos jugar a pesar de nosotros mismos, a pesar de la realidad. El espacio que mejora nuestra vida y, por extensión, nos ayudará a mejorar la vida de los demás. La imaginación es la que nos ayudará a suponer distintas interacciones, caminos distintos a los que estamos dispuestos a recorrer. Esto debería ser, en un impulso, el final del juego.