El día de hoy, bajo la sombra de este árbol, me encontré con la gata de mi barrio.
La gata de mi barrio caza fantasmas. Creo que así dice una canción. Sale por las noches y practica su kung fu contra seres invisibles. Siempre ha salido victoriosa aunque ya perdió tres de sus nueve vidas.
La gata de mi barrio salta a los bordes altos de los edificios, mira por las ventanas y escudriña los libreros; quiere robarse algunas historias para contarlas como suyas.
La gata de mi barrio es parda. Su pelaje la hace invisible cuando pasa por algunos muros.
La gata de mi barrio todavía llora a su madre, la perdió en una guerra contra unos cuervos.
La gata de mi barrio ha engendrado más de doscientos gatitos; se reúnen la misma escuela para tener clases y ser tan cool como la gata de mi barrio.
La gata de mi barrio inventó a sus propios dioses.
La gata de mi barrio solicita amablemente que no le hagan ruiditos de gato callejero. Entiéndase amablemente como que ha sacado las garras pero todavía no las está usando para darle un zarpazo al baboso que no lo haga caso.
La gata de mi barrio conduce un A9 con luces neón barriendo el piso; va como a unos 130 kilómetros por hora.
La gata de mi barrio estudia psicología social por las mañanas.
La gata de mi barrio se alimenta de tus pensamientos dulces, su pelaje se hace más esponjoso y brillante cuando percibe tu sonrisa incontrolable, los espasmos por los placeres recordados.
La gata de mi barrio lidera una jauría de ciento dieciocho perros callejeros. Para hacerlos sus amigos, les dio carne podrida. En algún lado vio que así se hacía.
La gata de mi barrio sabe dónde encontrar todas las bibliotecas invisibles. Le he pedido que me lleve a una, pero ella siempre se niega, arguyendo que son bibliotecas muy peligrosas, lugares de donde uno rara vez vuelve. Y luego dice que soy joven, que todavía merezco una vida larga y feliz.
La gata de mi barrio no se lleva muy bien conmigo. A veces peleamos y ella tiene qué usar sus técnicas de kung fu; ella sabe muy bien lo que soy.
La gata de mi barrio cocina cadáveres de rata de manera artesanal.
La gata de mi barrio es terapeuta de criminales.
La gata de mi barrio tiene un podcast donde finge que es un hombre blanco, heterosexual, enojado con la cultura woke; es moderadamente exitosa.
La gata de mi barrio sueña con cambios radicales en la cultura; jamás se vendería a ningún gobierno.
La gata de mi barrio descansa, muy de vez en cuando, baja la sombra de este árbol y cuando le pido me cuente cosas, se queda muy callada, muy silenciosa, y ronronea, y hace como que está durmiendo porque no quiere contarme nada aunque ella lo ha soñado todo.