Cosas que pienso en un salón de clases

Mis alumnos de guionismo trabajan en silencio. Estoy en una clase donde trabajan y se entregan. ¿Qué le pasó a los tiempos de la vieja disciplina? ¿O he tenido suerte?

Why must you fail me so often? Maldito esqueleto risueño y neurótico. A veces sí me dan ganas. Golpearme contra los muros porque ya estoy harto. Pero mi propio hartazgo me da risa porque soy yo, atestiguando mi propia neurosis, un carácter fundamental de mi persona. Me encuentro en un curso, acumulando paciencia; debería escribir un libro de cuentos como otra manera de golpearse la cabeza contra los muros.

El día de hoy ando un poco agresivo, a la defensiva. Manipulo esa energía para llevarla a otra parte. Cuesta trabajo. Quiero palabras de gente que no habla. Sublimación.

Cuando uno pretende ser miserable para que le pasen la mano por la nuca y lo hagan temblar.

Quiero ponerles una canción estúpida de EMINEM. A este grupo, y a todos mis grupos.

Juego Super Mario Bros.: The Lost Levels, y aún cuando estoy jugando la versión papita (la de All Stars, con los poderes de los 16 bits de super nintendo), me siento sumamente empoderado (EMPOWERING AS FUCK) porque, después de algunas groserías y repetir testarudamente los niveles, he logrado completarlos. Son una maravilla de secretos, de troleo y de construcción; igual que leer una buena novela, una novela construida para revelar la verdad a través de sus múltiples narradores engañosos (quíhubo). Mientras paso los niveles, me cuento historias de cómo se las ingeniaron para construir estas torturas y robarse las almas de los jugadores. Souls like es una mamada, Mario es el verdadero OP. Me encuentro en el castillo final y pienso insistentemente, que desde los 8 bits ya estábamos estimulando la mente del jugador con secretos, laberintos y falsos dioses.

Quiero ponerles The Passenger de Iggy Pop. Resisto la enorme tentación de convertir esta clase en la rocola de un viejo perro. Escuchen mi música. Aprendan.

Debería irme a GUANTANAMO BAY. Debería escapar e irme corriendo a GUANTANAMO BAY. Fuck you all, I’m going home.

Extraño salir a correr. Tengo poco tiempo. Pero he caminado mucho, muchísimo. Camino cada vez más. Cuando finalmente pude acabar el castillo, el final fue un poco decepcionante, y cruel. Peach te da un beso. Te tiran un hongo para que no estés chaparro. Te dan las gracias. ¿Ahora a dónde debo llevarme todo ese desarrollo de personaje?

Por eso en Excel se le conocen como libros, porque se le agregan hojas.

Lo que más me gustaba de programar, hace muchos años, fue cuando aprendí a anidar condicionales. Creas un laberinto verbal, un idioma complejo; que confunde el juicio. Me voló la cabeza porque pensaba que podía incluir todas las variables de la vida humana (no del universo, nomás de mi vida, no era tan ambicioso). Si, entonces esto, de lo contrario esto. Falso, verdadero, falso, falso, verdadero. Puedes anidar cuantas condicionales puedas y la memoria permite (no solo hablamos de hardware, pero quizás también podemos permitirnos una metáfora).

Resultado: reírse como un loquillo.

Dice una compañera atrás (escribo esto en un salón de clases y estoy en receso), sobre algún documento apócrifo que no debería utilizarse para ninguna investigación seria, que probablemente lo escribió un señor en su sótano. Imagino a su señor hipotético: tan gordo que se le ve el ombligo, llevándose los chetos a la boca, los dedos naranjas golpeteando furiosamente el teclado. Está encerrado en una jaula, una prisión, pero no le importa porque en su mente tiene una libertad salvaje. Frente a mí, paradójicamente, unos hombres hermosos, de músculos muy marcados, hacen su rutina para el Cirque du Soleil. No escriben nada, solo se mueven al ritmo de la música y a veces aparece algún payaso para rendirles pleitesía, burlarse un poquito de ellos. Cuando despierto de este sueño, recuerdo al señor gordo y me parece chistoso, pero también envidiable; su producción es furiosa, continua, apasionada, tarada, ingenua, libre; finalmente sus ideas son como una danza de hombres bellos que se presumen y así se desean.