El embrujo de los malos días

Durante nuestra siesta de las 3:30 de la tarde, abracé a la Nico y le dije: “vamos a dormir cien años”. Y ella me respondió: “De acuerdo, cien años”. No es un número arbitrario. Link y la bella durmiente cerraron los ojitos un siglo antes de regresar a sus múltiples responsabilidades: uno se fue a resolver templos misteriosos en Hyrule y la otra, eh, se casó con un príncipe para tener muchos hijos y seguir imponiendo el mandato de su linaje en algún país europeo. En mi mundo onírico particular, es la Nico la que resuelve templos y tiene aventuras mientras que yo soy el vagabundo que engatusó a la princesa y ahora mira las formaciones de nubes, y piensa en sus próximos libros, piensa en ese laberinto de los años restantes y el propósito de la vida. No es casualidad, pero en este instante, la Nico y sus cansados huesos están acostados a mi lado, y miran hacia la puerta. Es paciente e intensa. A veces creo que sí mira espíritus o fantasmas.

En mi lista de obligaciones, anoté el día de hoy que quería escribir en el blog. Sentarme a escribir (la vida diaria) me ayuda a pensar y me ayuda a recuperar un mínimo afán intelectual por resolver acertijos e inventarme misterios. Aún cuando hablo de mi propia vida siento que estoy resolviendo cosas. Ficción del documentalista. Estoy recuperando esa parte que el cáncer dejó dañada. Todo lo que significaba resolver y pensar, crear misterios y acertijos, todo eso se fue cuando mi vida se enfocó a sobrevivirla a toda costa, y luego a sobrevivir la euforia. Es difícil explicarle a otros el proceso que significa sobrevivir cuando la seguridad y la información es escasa. Sí, quizás soy un disco rayado con el tema pero me gustaría suponer que la repetición ayuda. Otro misterio: un rondín de buenos deseos para continuar aquí. Voy a rayar el “never forget” en mi reloj de vida. Pero me distraje, desde el principio quería decir que revivieron la app que usaba para anotarme mis tareas a corto y mediano plazo, Epic Win, en la Apple Store. La actualizaron y ya no se ve toda chueca. Extrañaba usarla porque me parece muy versátil, divertida. Jueguificar la vida (eso lo dije el otro día). En Epic Win comencé un nuevo personaje, es un ent, uno de esos hombres árboles. Recuerdo que en la versión anterior de la app tenía a un no-muerto nivel 17 o 18 y se llamaba Festuerto, igual que mi personaje en el World of Warcraft.

Se acerca la temporada de los chiles en nogada y es una de las diez cosas que me encantan de Puebla. Supongo que esa es una de las cinco cosas que agradeceré el día de hoy, siguiendo los consejos de mi psicóloga inexistente: los chiles en nogada. También agradezco los juegos de terror japoneses, el libro de Homo Ludens de Johann Huizinga, la existencia de Wario porque es el antimario y juro que es una de las resurrecciones de Nietzsche (o su avatar). Agradezco que todavía tengo piernas fuertes para salir a correr. Agradezco la infección que me aqueja, porque supongo eso quiere decir que todavía estoy vivo. Creo que ya me pasé de las cinco cosas pero el día de hoy quiero agachar la cabeza y recibir la mirada de algún dios, el que sea. Doy gracias por mi cabeza que está en las nubes, esta noche, y ya tengo mucho sueño. Supongo que estoy cansado de tanto trabajar y tanto cambiar mis planes, pero no hay fijón, asimismo doy gracias por el cansancio de suspender todos los deseos porque esto solo es una prueba de la resiliencia del espíritu que ya me conocía, y que voy a ser sincero, ya me daba mucha hueva ver en el espejo, ese Agustín siempre trabajador y chíngale acá y allá, pero uno se aguanta, o se mata porque qué otra tenemos.