He intentado una especie de microescritura porque estoy demasiado ocupado con los trabajos, las deudas, la casa y la salud como para sentarme a escribir y tener los horarios de cuando era muy joven, y nunca estaba cansado. A lo largo de la semana, abro alguno de mis documentos, proyectos literarios o libros oníricos, y me pongo a escribir uno o dos párrafos hasta que debo obligadamente despertar, y regreso a la vida, a lo inevitable. Ahora que he jugado Mario Maker pienso que las responsabilidades son como un thwomp, la piedra con cara enojada, esa que se despierta a medida que te acercas y te cae encima a los pocos metros. Los días que soy constante con la microescritura acabo muy cansado, como si Dio Brando hubiera pasado la aplanadora en mi cerebro (hoy no escatimo en las referencias nerdas). Pero otros días desisto de mi idea, y pueden pasar semanas antes de que abra alguno de esos proyectos y todo se queda en un desarrollo mental, mal planeado, igual como si la escritura o la imaginación fueran un refugio con el cual debo ser celoso. Otros días, la escritura ocurre mientras corro, un pie detrás del otro y abro un cuadernillo mental donde anoto ideas, y párrafos, y termino algunos cuentos y novelas, y todas esas estructuras invisibles, edificios de papel, se incendian con el anochecer y caen como estela sobre el concreto, papel quemado que alimentará los árboles escuálidos de Cholula.
Mientras cocino, pongo uno que otro video de YouTube. Pico cebolla y escucho cosas; video ensayos sobre películas y videojuegos, jugadas de ajedrez y maneras de romper una computadora, anécdotas sobre lo macabro y lo extraño, la dark web y otras porquerías. Algunas veces, los mismos narradores de los videos hacen una pausa para comentar sobre la escritura, el tiempo que les tomó la construcción de su video. Entonces recuerdo a mis estudiantes de diseño de narrativa para videojuegos, también a los pequeños guionistas, y este proceso dual que tuvimos durante el semestre (clase de teoría, clase de práctica, sube el piano, baja el piano) donde los empujé a terminar sus proyectos, inventar algo, lo que fuera. La enseñanza es que la juventud tiene una finalidad. También yo así he aprendido, de un modo sorprendente y muy práctico, que hay muchos modos de escribir algo. Ayer, mientras corría, se me ocurrió que la escritura de libros es obsoleta y debería abandonarla. No sé si lo haga, no es la primera vez que tengo el pensamiento, esto igual pasa como caen las hojas de otoño: una tristeza de temporada. Te sientas sobre una piedra para contemplar caminos. Los modos de vivir una vida son infinitos.
Por otro lado, el resultado de abandonar la lectura de libros este año, es que me he puesto a jugar videojuegos y navegar en los lugares extraños que luego me platican los videos. Además de que empecé a coleccionar gamepads y chucherías de videojuegos, me he puesto a investigar sobre gamers PC y la minería de criptomoneda. Bastian busca el rostro de su madre en una bitcoin. Hice una inversión muy básica de ethereum para ver qué pasaba y estoy francamente desilusionado, y sorprendido. La desilusión no es por la ganancia, pero por las pérdidas del pasado. Hace unos años, quizás, entrar más obsesivamente a estos lugares me hubiera ahorrado muchos corajes y tedios. También hice la prueba de escribir la reseña de un gamepad para crear un video y subirlo a YouTube, fue un proceso de pequeños descansos y fines de semana, pero finalmente ocurrió y quedé satisfecho con el resultado. El profe de guionismo aprendió de sus propias clases, quién diría. Hace tiempo que no editaba video de una manera tan dedicada. Entonces empecé a pensar que me gustaría escribir una reseña de Cyberpunk 2077, y luego escribir mil reseñas más, y luego ponerme a platicar de espacios liminales y agujeros de gusano que te llevan al otro lado, y en vez de leerlas como un podcast, editarlas en videos brevísimos donde haga recuentos pero también invenciones breves, y he pensado en ello como si fuera un libro (de videos, de ilustraciones, de grabaciones de voz). Y luego, incitando a la imaginación, entrevistándome a mí mismo, concluí que lo empecé a trabajar de súbito durante el encierro, durante el ejercicio, en esos momentos que uno sueña despierto muchas tonterías y se cree que nunca vas a concretar nada, pero un día empiezas y despiertas y has construido el inicio de una vida muy distinta a la tuya que te descubrió ese laberinto que has recorrido durante años.