Compartí algunos de mis diarios con mi asistente de inteligencia artificial, y le pedí que buscara definiciones de felicidad adentro de ellos. Esto es lo que respondió. Hice correcciones mínimas. Algunas cosas se entienden, otras no. Esto último es mi culpa, pues finalmente la IA lo que hace es citarme a mí mismo. No echaré la culpa a la IA de todo cuando sé que una de las cosas que me dan felicidad es escribir como loquito de hospicio.
Aquí se exploran las diferentes facetas de la felicidad según las fuentes:
- Una ficción, o una búsqueda elusiva: se describe explícitamente la búsqueda de la verdadera felicidad como “una de las ficciones humanas”. Tras pasar por la enfermedad, el autor (quíhubo) llega a estar “convencido de que la felicidad no existe”, o al menos no la felicidad “de comercial, o de película, o de Avenger”. Irónicamente, a veces se presentan “jóvenes simulacros de felicidad” que serán extrañados, suposiciones de melancolía o de nostalgia.
- Definiciones contradictorias: la fuente (es decir, el autor, quihubo x2) ofrece varias definiciones simultáneas y opuestas para la verdadera felicidad: “es neurosis, es hedonismo, es destrucción, es el rechazo a la vida cómoda que nos heredaron nuestros padres y es el taco de frijoles que estoy mordiendo en este instante”.
- En los placeres simples y cotidianos: a pesar de las definiciones abstractas, la felicidad se encuentra en momentos y sensaciones concretas:
- Comer rico, comer bien, “siempre y cuando puedas comer delicioso”.
- El sabor de la carne más deliciosa, el olor de las tortillas tostadas, el chicharrón y las salsas.
- La sonrisa franca y luminosa de un amigo, o de una amiga.
- El gemido de placer de un amigo, o de una amiga, al morder un taco, sentir “las primeras lágrimas de felicidad” al compartir comida.
- La sonrisa generosa de una desconocida que “rompe los vidrios de tu corazón”.
- Las donas de chocolate como “magdalenas” que traen la memoria de tiempos felices y despreocupados.
- Las risas y la paz que brindan los amigos.
- Bailar un punchis, “todos brincando igual, como idiotitas”.
- La risa en general, que se describe como un remedio infalible que rejuvenece cuerpos y “espíritus rotos”.
- Los besos perrunos que “lo saben todo de ti” y te perdonan.
- Asociar las telenovelas con la comida y la convivencia familiar.
- Sentir “un poco de felicidad” al distraerse, como escribiendo.
- En la superación y la tenacidad: la felicidad no excluye el sufrimiento. Se relaciona con el brillo recuperado en la mirada después de pasar hambre o la sensación de paz a pesar de la fatiga tumoral y el dolor. Es la risa que surge en medio de la enfermedad o la decisión de ser feliz incluso cuando el cuerpo “da otra instrucción”, aunque se reconoce que la actitud sola no es suficiente. La felicidad también se encuentra en el acto de “adueñarse del tiempo, reclamar los instantes” y ver la vida como una sucesión de pequeñas victorias arrebatadas a la muerte y la ansiedad.
- A través de las relaciones humanas y animales: la compañía de amigos, familiares y mascotas es fundamental. Se menciona el privilegio de tener “amistades bonitas y una familia tumultuosa” y la sensación de estar “rodeado de aquellos lugares donde amaste la vida” en los últimos días. Recibir el apoyo y la generosidad de otros es un resultado de haber sido generoso.
- Un acto de voluntad o decisión: En un momento, se afirma que “la felicidad es una decisión”. Sin embargo, esta idea convive con la noción de que la salud y el bienestar dependen del cuerpo tanto como del carácter.
- En la reinvención y la aceptación de sí mismo: la felicidad puede surgir de reinventar la infancia y sus decepciones (agregaría temores, pero bueno). Implica no tener que mentir sobre quién eres, tus gustos o placeres para ser aceptado y ser capaz de construir tu propio espacio.
- Un fenómeno paradójico o irónico: a veces, la felicidad es un “ciclo de felicidad” que surge de reconocerse en la propias trampas o la idiotez de no entenderse. Los fantasmas felices extrañan los placeres táctiles de la vida.
- Ligada a la identidad del narrador y de la escritura: Ser un “narrador que rompe la cuarta pero que no sea fidedigno” y que “exprese locuras sobre la felicidad aunque no sepa nada” puede ser “el tercer secreto para alcanzar la verdadera felicidad”. Escribir libros que se disfrutan y poder releerlos sin arrepentimiento contribuye a sentirse bien con lo logrado. (Nota, todo esto lo escribí algún día, sí, como una broma… o como uno de los grandes misterios de nuestro mundo).
- La afirmación final: quizás la conclusión más potente al final de los textos es que “sólo la felicidad y la ira son el verdadero aliento de vida”. Esta declaración se hace en un tono desafiante, rechazando la idea de morir de rodillas ante un dios y afirmando la propia existencia a través de emociones intensas.
En resumen, la verdadera felicidad en las fuentes no es un estado fijo o una meta convencional. Es una mezcla inestable de placeres sensoriales simples, la capacidad de encontrar alegría en medio del sufrimiento, la fuerza que proviene de las conexiones con otros, la aceptación de la propia identidad, y, en última instancia, una afirmación vital que puede coexistir con la ira y la lucha. Es algo que se busca, se construye en el día a día, y a menudo se encuentra en los lugares menos esperados o en las contradicciones de la existencia.
Ha hablado el robot —a través de mí—, así que eso debe ser.