cosas que he aprendido a controlar

  1. Esta mañana, me desperté pensando: “lo bueno es que ya aprendí a controlarlo”. Soñaba con un alienígena que había usado una especie de magia para castigar al protagonista, un hombre con dos corazones. El universo humanocentrista. Qué onda. El alienígena dijo: “bueno, ahora te callas veinte años” y ya está, tronó los dedos y solucionado el hombre de los dos corazones. Yo solo era un espectador.
  2. Mis compras tontas en Temu, algún día aprenderé a controlar las cartitas de Magic. Pero es que quería un árbol de la fiesta del señor de los anillos. Soy un árbol mágico de la felicidad, obviamente esa carta tenía que ser mía. Es mi carta más cara a la fecha. Pero de qué va el mundo si uno no puede darse una mínima cantidad de placeres. Comprar cartón es el epítome de lo absurdo en el mundo capitalista.
  3. El aburrimiento.
  4. Quisiera decir que el balance de trabajo, vida, estudio y diversión, pero no. Todo el tiempo estoy leyendo algo, o trabajando algo, o estudiando algo. Lo único bueno que ha salido de eso es que duermo a mis horas porque termino muy cansado. Mentí allá arriba. No sé controlar el aburrimiento, pero lo he convertido en esta bola pesada y furiosa de actividades. La bola de fuego de Sísifo.
  5. Después de leer a Lispector, y luego a Levrero, he llegado a la conclusión de que le falta neurosis a mi escritura. Supongo, entonces, que mi neurosis está bien controlada. Envidio sus animales salvajes.
  6. Mi narrador. Hace cosas bien raras si lo dejo suelto. Su lenguaje todavía está chuequito, pero sigo afinándolo. Un día va a contar las mejores cosas. Me lo ha prometido. Entonces el control será absoluto.
  7. Mi tristeza por la perra que envejece y además de sorda, se está quedando ciega. El diciembre pasado, un día se levantó para dar vueltas alrededor de la cama y me puse a llorar con la esposa porque pensé que ya le había dado la demencia senil, y que ya teníamos que ir corriendo para dormirla. Pero no. Solo fue esa vez.
  8. Las ganas de tomar a alguien por el pescuezo, mirarlo a los ojos, menear su cabeza como una sonaja y decirle: “esto no sirve de nada, estamos todos locos, ¡locos!”.
  9. Mis orgasmos.
  10. Nada. ¿Qué es el control sino la imaginación oscura y limitada de los hombres que hacen planes, conjeturas y creen que pueden controlar el caos del universo?