Publicas tu foto, veo que lees y frente a ti hay un bosque, o es una selva. Miro los árboles para tratar de saber qué son. Estás en un lugar donde un chavo que usa una máscara de diablo japonés (Oni) amarra muchachas, les toma fotos, las exhibe en instagram como arte y erotismo. Y me pregunto, con tus dedos largos, tus uñas limpias y brillantes, si se conocerán, si casualmente se toparon en alguno de esos espacios artísticos y el Oni, sin perder tiempo, te preguntó si te dejabas amarrar. Supongo que le dijiste que no, pero como eres muy bonita, él preguntó otra vez. Y otra vez. “Es algo padre”, habrá dicho, “porque los nervios, y la estimulación de las cuerdas, y estás volando pero sumergida en la euforia, la iluminación ayuda mucho para el trance, la suspensión es totalmente profesional, sentirás que eres otra persona, es un performance más que nada”. Yo haría una mueca, pensaría que en reddit, en el foro de conversaciones, todos quieren coger todo el tiempo, hablan de sexo y de sexo y de sexo, un contraste muy marcado con mis otras comunidades, las de DnD, las de Magic, las de Books, donde el deseo se traduce en tratar de entender cómo funcionan las reglas, los dados, los monstruos. Porque en reddit español, la comunidad de libros, incluso ellos dicen cosas como: “recomiéndenme libros donde cogen mucho, que sean eroticazos, puercazos, por favor, me urge coger”. El deseo persistente, patético, podrido. El oni te enseña alguna de sus fotos profesionales. Si yo estuviera ahí, diría algo así como: “ah, sí, recuerdo esa, esa sesión estuvo muy padre”. Pero lo diría sin ganas verdaderas de que te lleve, o te siga invitando, sino como este ladrillo para tirar una casa de naipes. Y tú querrás regresar a tu libro, pensando: “un bruto más de tantos que me invita a lo mismo porque —precisamente— soy muy bonita”. Seguirás con tu libro de poesía que no me animo a ver mientras escuchamos la lluvia en este lugar inexistente. Yo tomo mi café, servido en una taza roja, y pienso en tus fotografías, y sin querer pienso que no te verías mal suspendida, amarrada. Pero el Oni se ha ido a otro lugar, ha desaparecido en una nube de azufre, quizás ya se quitó la máscara y es un hombre común, o una mujer cansada, quizás ya se encuentra cargando costales de papas y fumando un cigarrillo bajo uno de los postes de su pueblo mientras llueve, llueve, y sigue lloviendo.


