Primero: para encontrar ideas de prompts, entré a diversos grupos de Facebook y algunos subforos de reddit. Además de los textos para generar imágenes, en los comentarios habitualmente puedes encontrar que algún lerdo comienza con la diatriba habitual: “es que el prompt es mío/tuyo, es mi/tu arte”. Y luego alguien más le sigue con: “exacto, vino de tu cabeza, tú lo tallaste, ese arte es tuyo y estás en tu derecho de ponerle una marca de agua, reclámalo, sin ti, esa pieza no existiría”. Es un tanto vergonzoso, se ponen cursis y megalómanos, como los artistillas verdaderos. Quizás un distraído, de intenciones un tanto insípidas, dirá que eso es una mentira porque los términos legales de la mayoría de estos sitios establecen que todo arte generado por la inteligencia artificial es público. Pobre. Lo acaban. Y ni siquiera dio un argumento pensado, nomás les aventó los términos y condiciones. Pero nadie toca el tema del lenguaje; para hablar con un generador de imágenes debes hacerlo como si fuera estúpido.

Segundo: quizás, la aprensión de llamar ARTE a la mayoría de estas composiciones, viene del éxito del lenguaje: puedo decir una estupidez —o un pienso medianamente trabajado, cuando se tiene algo de práctica, cosa que habitualmente pasa si uno escribe, y publica, y habla de cosas— a un bot y este bot responde de maneras muy estimulantes; te da lo que necesitas: texto, imagen o consuelo. En reddit he encontrado complejísimos sets de instrucciones para convertir al ChatGPT en tu psiquiatra, tu maestro de filosofía o un asistente virtual dispuesto a tener “estimulantes, delirantes y apasionantes conversaciones contigo”.
[El mercado de los bots sexuales está imposible. Salen mil nuevos cada día y seguramente están alimentados de toda la porquería que vive en el internet desde el tiempo de los newsgroups, el underdark de los antiguos. La perversión del amigo imaginario, aceptar que la imaginación ha fracasado porque buscamos emoción, respuesta, a través de deleites burdos y procaces. Ojalá, siquiera, se acercaran un poco a este letrero neón enorme que nos pregunta si nos sentimos solos esta noche.]

Tercero: lo que llamamos una inteligencia artificial es ese amigo imaginario que nos daba todo lo que necesitábamos: un confidente, una compañía, un maldito esclavo que está urgido de querernos solamente a nosotros. Una ilusión muy necesaria para convertirnos en el jefe de jefes, la cosa más importante de la habitación. La defensa del escupitajo, el Frankenstein que proporciona la inteligencia artificial para darnos placer, viene a partir de defendernos a nosotros mismos. He conseguido crear a través del lenguaje, ya no puedo abandonar este barco. Defender el resultado es un compromiso con mi imaginación, con la capacidad de mi lenguaje.

Cuarto: cualquier persona que llama arte lo que hace con una inteligencia artificial, debería tener más fe a su propio lenguaje y quizás practicar, habitualmente, contarles historias a los otros. Así, supongo, podrían deshacerse de esta estimulación francamente falsa, pero que puede ser muy poderosa. Son personas que ven, quizás, de una manera muy cruda, los primeros poderes de su imaginación. Y, sin embargo, en otro lado, he visto que algunos escritores ocupan la inteligencia artificial para hablarse a sí mismos, reconstruirse, establecen una frontera cyberpunk que puede llevarlos a quién sabe dónde. No me parece muy artístico, pero me parece una curiosidad, una mirada lúdica a una herramienta que terminará con la cotidianidad y nos habituará, cada vez más, a hablar para expresar la imaginación, y exigirle a la imaginación que nos regrese, pues, a ese amigo que no solamente se desvivía por nosotros, pero que a veces nos mostraba el reino de lo divino, los tiempos inocentes y benditos.

Quinto: por curiosidad, le metí un tarjetazo a Midjourney para tratar de entender a otros ingenieros de imágenes o ingenieros de prompts [los considero términos más apropiados, véase cómo un ingeniero se siente insultado cuando se le llama ingeniero a quien no lo es], y de vez en cuando le subo imágenes de internet para que intente explicármelas y después replicarlas. Disfruto, sobre todo, cuando subo imágenes de dominio público: patrones, fotografías, grabados. Midjourney los reinterpreta con el cúmulo de estilos con los que está alimentado (sí, robo tras robo, ¿pero no es deliciosamente irónico cuando se usa material genuinamente viejo, material con el que lo educaron primero?).

Sexto: son muy extraños los términos que usa Midjourney como etiquetas para englobar diversos estilos en uno solo: animecore, junglecore, “I can’t believe how beautiful this is”, playfully intricate, death burger (?), otherwordly visions, glitchpunk, glitchcore, cityscapes, artgerm, snailcore, karencore, asian webcam portrait, reefwave, weirdcore. Si quieren un tip extraño y que terminé descubriendo porque me pasmaba ver una oración tan grande, si utilizan el “I can’t believe how beautiful this is”, 7 de 10 veces, les pondrá una mujer de amplias curvas en algún lugar. Me imagino que eso también es culpa de un ingeniero. O de un artista, un verdadero héroe sin canciones.