
Infancia: cuando era niño, los leones parecían más reales, pero también más monstruosos. Prendía la televisión y los buscaba impaciente porque me parecían una bestia maravillosa. Artefactos de circo, un mago hacía su truco y veías a un pobre iluso meter la cabeza adentro de su hocico. Luego los escuchaba rugir y me emocionaba. En otro programa, un héroe de complexión delgada, normalmente blanco y valiente, lo rodeaba cuidadosamente antes de montarlo, o darle una patada, o tirarle una piedra que lo alejara. Mi madre me llevó a verlos al zoológico y los vi más falsos, más mentirosos, unos gatos huevones pero regios esperando pacientemente su hora de morir.

Chiste: el león, rey de la selva (“la melena es su corona”, decía mi abuela, y después asentía con un poco de vergüenza pero siguiendo una tradición misteriosa), no sale muy bien parado en las historias morales o los chistes selváticos. Habrá un ratón, o un mono, incluso un elefante que sea más sabio, más listillo o, simplemente, más inteligente. El león depende de los demás, es un rey que debe morir para que otro (más sabio, o inesperado) ocupe su lugar o es el rey que debe asegurarse que los demás tengan una buena vida. En un festival de la escuela me escogieron para ser un león. Treinta y tantos años después, estoy seguro que me dieron al animal más estúpido, hubiera preferido ser otra cosa. Qué acaba de ocurrir. ¿Acaso el león me ha dado una lección?

Ficción: pero lloré alguna vez por el león cuando leí una novela de Ende. Cuando Bastian atraviesa al mundo fantástico (isekai), su primer encuentro es con el Graograman, la muerte multicolor, el león de la selva de colores. Sumamente simbólico como Bastian derrota a ese león con el conocimiento y la compasión, mientras que en el pasado, Hércules (el psicópata) lo derrota quebrando su hocico con su monumental fuerza, lo desolla y se pone su piel encima; el león se convierte en una armadura que cuenta su historia.

Religión: Cristo es el León de Judá. La Biblia, convendría recordarlo, tiene sus momentos sangrientos. Sansón es Hércules —el que mata los leones— eximido de sus pecados. Los dientes del león divino ocultos en la biblia son uno de los tratados del body horror por excelencia. Um, ¿el león cree que todos son de su condición?

Azar: uno de los mecanismos de Dungeons and Dragons, y cualquier juego de rol que usa un sistema con dados de 20. Tiras los dados y puedes crear un monstruo, un dios nuevo, un dragón cromático o un demonio. Si esta noche me encuentro hablando de leones, es porque el azar me llevó a construir un demonio con la cabeza de un león y una piel hecha de planta, y de infestaciones. Comencé con una ilustración muy estándar, y terminé convirtiéndolo en un muñeco de acción, como si fuera un amo del universo. El león es parte de la quimera, de la mentira e imagino que, dentro de todas las alucinaciones de una inteligencia artificial, es una de las bestias que menos duermen. Quizás solo falta una muchacha que lo tome de las garras y lo enseñe a ser menos cobarde.

Sombra: uno de los demonios que más recuerdo de mi tarot oculto [faramalla, pero adorable] es Marbas. Tiene una carita de león canalla y fifiriche, pero creo que destruye vidas si lo invocas y no le das algo a cambio. Yo que sé. Hace algunos años que dejé de tenerle miedo a los dioses, a los ángeles y a los demonios, si de todos modos, cuando te miran, harán de ti lo que ellos quieran. Pero eso sí, hay muchachas que me dan mucho miedo, y muchachos también. Hay miradas que lo atan a uno como la cadena del lobo, y te dejan pensando cosas.