Llámame Nadie, déjame vivir

En los dosmiles, cuando los blogs estaban en su apogeo, mi cumpleaños era una especie de evento personalísimo (cumplo el mismo día que mi esposa, por si no lo saben) porque podía llegar a tener muchas lecturas y muchos comentarios (un día llegué a las 7,000 lecturas; la mitad de lo que alguna vez consiguió Big Blogger en un día regular, de mucho desmadre).

—Quizás por eso, ahora uno que otro extraño en Twitter amenaza con que algún día contará la historia del verdadero Agustín Fest (me da fiaca buscar el tweet, pero por ahí anda, se los juro)—. 

(Suena el tema de alguna telenovela, una como la del Maleficio que, por cierto, para mi sorpresa, tiene remake este año).  

Por eso trataba de escribir ese día, y trataba de hablar del amor, y el cariño, la cursilería, procurando, también, ser un gato arisco al respecto. Pero esta vez lo dejé pasar y ahora me encuentro el día de la Nochebuena escribiendo estos piensos.

Me esforzaba mucho por construir a una persona: la del narrador que contaba sus días, ese afán de ficcionalizarse a uno mismo. 

Estos últimos tres años he dejado la escritura en un papel menos protagónico de mi vida (lo dice alguien que publicó un libro en seis versiones distintas, me odio. Soy enfadoso). 

No estoy en paz; continuamente regreso como neurótico a contar algo a una hoja en blanco, papel digital, pero se hace lo que se puede con lo que se tiene. 

Antes de cerrar el curso de otoño, una alumna me preguntó por la bio de mis redes sociales: «Qué significa eso de llámame nadie, déjame vivir». Lo explicaré por acá: es un poema de Amorak Huey: We Were All Odysseus in Those Days

Recordarán que nuestro valiente y poderoso guerrero, Odiseo, acaba en la cueva del cíclope Polifemo, el monstruoso hijo de Poseidón, y este amenaza con comérselo, entonces Odiseo dice que se llama Nadie, y que no hay Nadie aquí, y saca una botella de vino y seduce al monstruo. 

(Digo seducir porque esta es la generación del fanfic, en realidad nomás chacotea con él, están de chill en la cuevita). 

Es una historia que me gusta contar en clase porque si algo hacen los videojuegos, es empujarnos a buscar el arethé, una simulación de virtud y de excelencia que son más eficaces de lo que imaginamos, o que desearíamos admitir. 

Cada quién escoge su veneno: usar esta ficción virtual para abrazarse a su propio potencial, o apenas concientizar el impacto que puede tener un tablero de puntajes. 

Cuando estamos en ese viejo camino de hongos, plomeros bebotes de ojos grandes, también vestimos los mantos de los viejos héroes. Odiseo, uno de los primeros, no solamente era violento, deportista y galán; también era un contador de historias, el embaucador inexorable. 

Si algo tiene ese instante donde Odiseo se enfrenta al cíclope, es una pizca de humor y de absurdo. 

En la regadera, pensamiento quizás tonto pero lo dejo por ahí por si algún día se me antoja perseguirlo, vislumbré que el encuentro con Polifemo es el preciso instante que Odiseo invoca a Quijote; se quijotiza porque no sabe si algún día llegará a casa y tiene qué hacer lo más estúpido: negar su existencia, negar su nombre, convertirse en un chiste para sobrevivir al monstruo que tiene enfrente. 

Odysseus escaping
from the Cyclops
with a bad pun & good wine
& a sharp stick.
It’s about buying time
& making do, he’ll say.
It’s about doing what it takes
to get home, & you see
he has been talking
about the war all along.
We all want the same thing
from this world:
Call me nobody. Let me live.

—Amorak Huey. 

El viaje del Quijote, después pensé mientras mordía mi taco, es un viaje de amor, de absurdo y melancolía. Digo esto porque empecé a leer unos relatos largos, larguísimos de Chéjov. Y me di cuenta de lo neuróticos que son sus personajes, y cómo visten su propia neurosis hasta convertirse en una burla de su propia ficción, personajes despreciables, casi sin redención. 

Me di cuenta de que hay una aspiración detrás de sus relatos más largos, y pensé que no están a la medida de su ambición por su falta de amor y de locura. Odiseo y Quijote enloquecen, y se ríen, se pitorrean o son su propia burla. También hay amor, porque Quijote ama a Sancho, lo ama muchísimo. 

Hacen lo que deben de hacer para regresar a casa (uno a Ítaca, otro a la Cueva de Montesinos). 

En una que otra clase, suelo regresar (a casa, porque mi casa son mis libros y mis historias) a contar la historia de Odiseo con el cíclope o la historia del Quijote cuando cae a la cueva de Montesinos. 

Cuando se trata de Odiseo, recuerdo mi propio viaje de amor, y de ruina, mi viaje de enfermedad —todas esas islas, esas personas tristes y esperanzadas— que me dejó muchos regalos, historias lamentables. 

Hice todo lo que debía hacer para regresar a casa, a Ítaca, con mi Sol y mi perro, Nico. 

No me gusta hablar de cuando estuve enfermo, digo, cada vez menos; pero si algo aprendí en mi guerra, es que todo enfermo es un Odiseo. Odiseo es un héroe, pero su ausencia tiene el potencial de arruinar la vida de Argos, de Telémaco y de Penélope. 

También los enfermos cometemos errores, y también somos gente despreciable; habría que recordar como Odiseo, en cada parte de su viaje, entregaba a la mitad de su tripulación como un tributo. 

Así descubrí que todas mis relaciones podían terminarse si me dejaba transformar en una entidad que vive de la enfermedad y para la enfermedad. Si algo me costó trabajo y para lo cual estuve misteriosamente preparado, fue asumir que podía ser también un personaje absurdo, un personaje amoroso durante ese proceso. 

O quizás eso me gusta imaginar. 

Quizás esa es mi propia quijotización. 

Felices 42 años. Estaría muy mal de mi parte no desearles esto: enloquezcan este 2024, sean absurdos y heroicos, y cuando todo acabe, no cuenten su guerra, pero cuenten la historia de cómo Odiseo mató al cíclope. 

Sigo creyendo que compartir historias es lo único realmente valioso en este mundo. 

Pero suficiente, en un ánimo para conservar esto como si fuese un newsletter, tengo dos recomendaciones y dos pequeños avisos: 

Uno de los libros más maravillosos que leí este año es el pokédex ruso: 

Uno de mis pokemones preferidos es el responsable de crímenes contra la humanidad porque ha matado al menos a 75 personas. Por supuesto, rusos teníamos qué ser. 

Y en otro lado, un día se me ocurrió ver un campeonato de Tetris, 2018, y fue la cosa más cardiaca que he visto en mucho tiempo: 

Estuvo fabuloso. Me quedé pegado a mi asiento viendo como un joven le sacaba los ojos al señor experimentado. 

Por otra parte, el ciclo de La feria del cerdo ha terminado. Ya se publicaron las últimas dos versiones, la morada y la amarilla:

Morada:

Amazon: https://a.co/d/dZen4yT
Apple Books: https://books.apple.com/mx/book/la-feria-del-cerdo/id6467465618
Google: https://play.google.com/store/books/details/Agust%C3%ADn_Fest_La_feria_del_cerdo?id=97XYEAAAQBAJ

Amarilla:

Amazon: https://a.co/d/6Ied6JC
Apple Books: https://books.apple.com/mx/book/la-feria-del-cerdo/id6467465534
Google: https://play.google.com/store/books/details/Agust%C3%ADn_Fest_La_feria_del_cerdo?id=_bXYEAAAQBAJ

Son las versiones más baratas de este libro que existen. La morada creo que solamente son textos que versan sobre el cáncer y la amarilla se trató de colocar los textos de acuerdo a algunos arcanos mayores y menores del tarot. 

Y, finalmente, si quieres una lectura de tarot, recuerda que puedes inscribirte a mi patreon

Hago este coso adicional porque ya estoy enfadado de mis deudas de cáncer. 

Si te inscribes, mandaré mensualmente la lectura de tarot a tu correo y te la leo con mi dulce voz, para que no te pierdas de nada. 

No es necesario inscribirse, trato de hacer una o dos lecturas gratuitas mensuales. Son lecturas muy generales, pero quién sabe, puede que te digan algo interesante. Pásale, sin compromiso. 

Nos vemos el siguiente año.