El día de hoy, bajo la sombra de este árbol, he dejado un panfleto de creencias.
Creo que cuando el mundo supere a la humanidad, alguien todavía escuchará el ruido que hacen las hojas de un árbol cuando entre ellas corra el viento.
Creo que nunca se morirá esa parte de mi espíritu que quiere romper cosas; lo escucho como un energúmeno royendo las paredes. Me da risa, pero también me da algo de miedo. Amarrarlo no es lo mejor, pero dejarlo salir para que alcance los tobillos de un cartero es muy beneficioso para su salud mental.
Creo que no me gustaría saber esto: si soy el cúmulo de muchas personas, ¿todas necesitan salud mental?
Creo que necesito desintoxicarme de vida. Recuerdo de esa línea; un villano, creo que lo era, dice al héroe que respiramos oxígeno, y que el oxígeno es un veneno, y que continua e inevitablemente envejecemos hasta que nos morimos por respirar.
Creo que caminar es la única cura para muchos males.
Creo que el juego (pero no el azar), es lo único que me da un placer puro. Aunque no tengan propósito, pienso mucho en mecánicas, resultados, caminos, divergencias. El juego es perderse.
Creo que usaré suéter estos días. Hace frío.
Creo que me gustaría descubrir un jardín secreto para jugar cosas extrañas, historias inconfesables e incomprensibles.
Creo que mi abuela no está muerta, pero se está carcajeando en algún lugar. Descubrió la pócima de una vida eterna, está pintando las paredes de un laberinto fantástico con imágenes de caracoles y girasoles.
Creo que siempre tengo la razón. No me arrobes.
Creo que una papelería es un lugar de muchos misterios, y que también esconde muchos gemidos y murmullos, igual que las iglesias y los hoteles.
Creo que los ciclistas son animales bien raros; quisiera envidiarlos pero se les ve primordialmente insatisfechos.
Creo que una de mis pesadillas es despertar un día bien chaparro, y meterme a unos de esos baldíos muy crecidos, y creo que incluso con todo mi ingenio para construir mi primer reino, mis días finales seré el alimento de las víboras, las ratas y las arañas lobo, cuyos ojos brillan intensamente en las noches.
Creo que nunca tendré el suficiente impulso económico para abrir mi primer glory hole town, sucursal Cholula. Tendré que subsistir con las míseras ganancias del que abrieron mis antepasados en Marruecos.
Creo que tomarse fotos idiotas es menos indigno que pedirle arte a una inteligencia artificial. Pero esta es la opinión de alguien que piensa la dignidad está sobrevalorada y solo es para gente ociosa y limítrofe.
Creo que usé mal limítrofe, pero me gusta aplicar siempre la de: se oye bien, así déjalo, no seas palitroche.
Creo que si quiero escribir mi propio manifiesto, debo imponerme horarios.
Creo que pienso muy seguido, más de lo que debería, en el último close up al rostro de Viggo Mortensen en The Road.
Creo que mi presencia en el mundo no hace diferencia alguna; esto no me da tristeza, tampoco me preocupa (estoy casi seguro que este fue uno de los últimos pensamientos de mi padre: la preocupación por haber sido un mal hombre, un hombre incompleto o indiscreto), pero me da un alivio. ¿Recuerdas lo que dije del viento y los árboles? También la propia humanidad es algo superable.